DEL ENCINA JUAN [1468-1529]
Madre de Dios
“Ya no quiero tener fe Señora, sino con vos pues que sois Madre de Dios Vos sois hija, vos sois Madre de Aquel mismo que os crió.
El es vuestro hijo y padre y por madre de vos nos dio. A todos nos redimió en querer nacer de vos, bendita Madre de Dios.
Sois Madre de Dios y mía, sois el fin de mi esperanza sois mi placer y alegría sois mi bienaventuranza.
Mi remedio no se alcanza por otra, sino por vos, Virgen y Madre de Dios...”
A Nuestra Señora
¿A quién debo yo llamar vida mía, sino a ti, Virgen María?
Todos te deben servir, Virgen y Madre de Dios, que siempre ruegas por nos y tú nos haces vivir.
Nunca me verán decir vida mía, sino a ti, Virgen María.
Duélete, Virgen, de mí, mira bien nuestro dolor, que este mundo pecador no puede vivir sin ti.
No llamo desque nací vida mía, sino a ti, Virgen María.
Tanta fue tu perfección y de tanto merecer, que de ti quiso nacer quien fue nuestra redención;
no hay otra consolación, vida mía, sino a ti, Virgen María.
El tesoro divinal en tu vientre se encerró, tan preciosa que libró todo el linaje humanal.
¿A quién quejaré mi mal, vida mía, sino a ti, Virgen María?
Tu sellaste nuestra fe con el sello de la cruz; tu pariste nuestra luz, Dios de ti nacido fue.
Nunca jamás llamaré vida mía, sino a ti, Virgen María.
¡Oh clara virginidad, fuente de toda virtud, no ceses de dar salud a toda la cristiandad!
No te pedimos piedad, vida mía, sino a ti, Virgen María.
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