PEREIRA GAMBA BENJAMÍN [1834-1890.]
A Nuestra Señora de Guadalupe
Hoy vengo a tu santuario, peregrino, a tus pies, Madre mía, a orar en este templo, altar pivino que a tu culto, devoto alzó Mejía.
Siempre el Dios de Israel en las alturas mostrónos sus portentos, y de las cumbres del Sinaí oscuras viva luz irradió a los firmamentos.
Así tú, Virgen pura, en este monte entre densa neblina, alumbras más que el sol, que el horizonte, al salir en Oriente, lo ilumina.
A tus pies Bogotá: con sus rumores, cuanto el placcr produjo, con sus bellas, y ricos, y señores, harapientos Cil medio de su lujo!
y tú en esta colina silenciosa, a pobres y afligidos consolando, cual madre cariñosa, porque llega su llanto a tus oídosl
Escucha sus humildes oraciones y mitiga sus penas.... rebosan de dolor los corazoncs; de angustia gimen nuestras halmas henas.
Tú que todo la ves, mira a tus plantas la ciudad de los duelos, y su ;lm;trgo sufrir y penas tantas calma con puras brisas de los cielos
Se reniega de Dios! Lenguas impuras de infernal elocuencia, perdidas del error cn las locuras, se atreven a negar la Providencia!
y hombres hay que se burlan del santuario, la tumban con insulto y luégo, con idólatra incensario, Al Becerro de oro le dan culto.
y ante ti no se postran de rodillas, cual la hace el mundo entero; y profieren impúdicas mancillas ay mientras piden tu perdón postrero!
Otorga ese perdón, Virgen Maria, y sus negros errores disipa como albor de claro dia, que ahuyenta de la noche los horrores.
Mas a los que jamás desconocimos la fe de nuestros padres que niños en la cuna la aprendimos de los labios de amor de saneas madres,
Conserva en nuestras almas esa creencia única salvadora, que de Dios nos alcanza la indulgencia, en la terrible, postrimera hora
y con amor bendice esta florida sabana que se extiende como una grey de su redil perdida, a quien sólo tu amparo la defiende;
Prodígale las mieses y las rosas, los frutos, la abundancia; da paz a los hogares, y piadosas virtudes y doctrinas a la infancia!
Sé tú en estas altI ras nuestro faro que las nieblas rompiendo, tras del mar de la vida, el cielo claro nos muestrt', que el error va oscureciendo.
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